martes, 26 de enero de 2010

Ana Inés Bonnin Armstrong..

No me dejes, amor, en la añoranza.
Dame, por fin, seguro y alto vuelo.
Desarráigame, fíjame. Recelo
que aquí no lograré paz ni bonanza.

Mi sed inextinguible se abalanza
y busca un ancho río, paralelo
de un mísero y exhausto riachuelo.
¡Amor! Sacia mi sed; dame pujanza

para volcarte en molde sin orillas.
¿Por qué, por qué te ciñes y encastillas
cuando posees fuerza de coloso?

Quisiera derramar esta ternura,
que rebasa mi pecho, en la mesura
de un pecho inmensamente generoso.

Anonimo
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